¿O es la tristeza la que sí me puedes prometer? La que vino hoy en vez de tí. Está bien. Ya la conocí. Me enamoré de ella, para siempre, con el cuerpo, con el corazón. No creo que te pueda reconocer, si te vuelvo a ver, porque antes de irse, la tristeza se llevó un pedacito del amor. Pero, si nos volvemos a ver, algún día, acuérdame de entregarte las lágrimas que guardé para tí cuando dolía saber que no estabas ahí. Esa tarde bonita cuando me rompiste el corazón.
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