Thursday, April 26, 2007

Apagón

Se fue la luz. Quietud. Desesperación entre el silencio. Locura. Todo empezó a hablarme. Mis recuerdos, mis ilusiones. Me senté a llorar. No soporto esperar. Siento tanto miedo...se me bajó el miedo a los pies y se me congelaron. Lo tengo todo en mi cabeza. Quisiera dibujártelo. Describírtelo mejor...pero no puedo. Casi lo puedo tocar. Saber si es frío o caliente, si pica o me atraviesa el alma. Pero, se fue la luz y ya no lo siento. Olvidé sus colores. Su forma...Se me fue para siempre...

Yó sé que tu sabes donde está. ¿Por qué no me lo dices? Yo guardo el secreto... No soporto esperar, pero por tenerlo una vez más, cruzaré mis piernas y miraré por la ventana hasta que me coja el sueño...Cuando estaba más chica contaba hasta cien con los ojos cerrados y esperaba a que te escondieras...hoy no contaré hasta cien...voy a cerrar los ojos mientras vuelve la luz...te esperaré, una vez más...

Wednesday, April 25, 2007

Sueños La Chapelle

Otra vez silencio. La ventana que baila al ritmo de las gotas de agua y la nevera que suspira exactamente cada 15 minutos. ¿Estás ahí? Miles de voces calladas a mi izquierda y el sonido parecido al de la playa, a la derecha. Esperar. Otra vez, esperar. Mi cuerpo habla. Si cierro los ojos y me concentro, puedo escuchar los tacones puntilla de la vecina bailar torpemente entre el reguero de ropa en el suelo y las chanclas debajo de su cama. Y si aún cierro más los ojos (siempre hago trampa) me escucho a mí, en silencio. Escucho el estómago buchón y quejetas que no repara en recordarme cada galletita y dulce de chocolate. Escucho mi sangre que entra y sale del corazón al ritmo de Compay Segundo; el performance del mugre de mis uñas color La Chapelle.

Hoy no te quiero contar quién fui. Ya no me acuerdo. Me quiero quedar callada y oírte. Pero no dices nada. Y cierro los ojos (sin hacer trampa) y aún así no me hablas. No me miras. El Señor que se subió hoy al bus y cantó esa canción tan triste, probablemente, me entienda...Tengo tanto frío... Otra vez, silencio. Tal vez hoy sueñe contigo en una habitación rosada, sin ojos y sin dientes, sonriéndome, sonriéndoles. Con las pestañas largas y el cuerpo bañado en sudor de caos, de muerte. Ya te estoy viendo. Y me invitarás a bailar. Yo estaré con las piernas rotas y los labios rojos. Y casi, nos daremos un beso. Casi, me preguntarás mi nombre. Casi, sabrás quien soy...Anda, ve y échale candado a la puerta que yo te espero.

Thursday, April 19, 2007

Te avisaré pronto si nos vamos...

Me quiero ir. Y tengo miedo por querer irme. Mucho miedo. Nunca estuve sola. Vine al mundo, literalmente, de la mano de mi hermana. Cuando tenía miedo, ella dormía cerca mío. Y si no estaba ella, estaban papá, mamá, el televisor. Cuando ellos me faltaron, la luz siempre estuvo encendida y la puerta cerrada. Hoy, miro la puerta entreabierta y la luz apagada y un frío me congela el alma.

Tienes que saber que siempre fui una nena consentida. Lloraba por todo. Pasé penas horribles, como que mi hermana (mucho más pequeña que yo) me defendiera en el colegio, de profesoras regordetas y amargadas, de exámenes en cero, de rodillas raspadas, de un triste tercer lugar o último puesto.

Y no sé. Tengo miedo de dejarlos. De dejar atrás los mejores y los peores momentos de mi vida. Miedo de dejarlos atrás para siempre. Miedo y deseo. Ganas incontrolables por conocer lo que aún no conozco. Excitación. Placer. ¿Por qué mientras mis ojos derraman lágrimas inconsolables, mis labios dibujan ésta sonrisa inocente de placer?

¿Vas a despedirme al aeropuerto? ¿O te vas a ir conmigo para siempre?

Monday, April 16, 2007

Bricolage

Espero. Pienso. Grito. Espero. Pienso. Lloro. Todo depende de un movimiento, de un beso, de una sonrisa. No soporto esperar más. No soporto que el mundo exterior se cuele por entre mis dedos tramposos que, desgraciados, conservan la esperanza. Me da mucho miedo lo que veo. Lo que no veo; mi futuro en potencia.

Cansansio. Agitación extrema. Sudor. Miedo, mucho miedo. Dulce decepción. Confiar, depender, coger el bus, preguntar, sonreir, estrechar la mano ( sudorosa), no tutear, estrechar nuevamente la mano (siempre sudorosa), coger el bus, volver. Volver a esperar, reposar.

Leer, soñar, maldita ilusión (otra vez). Ganas de bostezar los sueños. "Si". Ganas de vomitar. Negro. Silencio. Ruidosa paz.

Thursday, April 12, 2007

Nacimiento por cesárea

Me quedan exactamente 20 minutos.
Los primeros aires que respiro son los de un país convulsionado. Gente marchando en las calles con camisas blancas y uñas negras. El primer ramo de flores. Las bombas de colores.
El dólar a 2.154 pesos.

Dolor. Lágrimas. Sueño profundo. Abrazos y palabras bonitas; melancólicas.
La primera sensación es la de no estar aquí. No estar escuchando nada. No estar tocándote. Nostalgia. Presente licuado con recuerdos. Sangre, mucha sangre.

El primer sabor es el del helado, (no de chocolate, por desgracia), helado y vino tinto.
La primera sensación: un beso en la mejilla. Los pies y las manos dormidas.

Lo primero que veo. A mi mísma. A mi soledad. A su compañía, sus regalos, sus amigos, sus cachetes rojos de besos. Ausencia. La primera cagada. La más dolorosa. La más sensual de todas.

Me restan 10 minutos.
Pero no los voy a escribir, voy a oírlos.

Monday, April 09, 2007

Ese día...

Que los vuelva a cumplir hasta el año sin fin. ¿Viste que la gente celebra con regalos y tortas de cuento de hadas los cumpleaños de sus seres queridos? Y bueno...yo empecé a contar los días que me faltan...y ya son sólo tres...

¿Para qué los cuento? Éste año es casi exactamente el mismo que el pasado y el antepasado. ¿Qué voy a pedir entonces cuando sople las velitas? Ese es el mejor momento. Porque todo está tan oscuro. Nadie ve mi rostro testarudo que aún insiste en pedir lo mismo cada año. Pediré por mamá, por papá, por mi familia, (bueno si no se me olvida otra vez, por la paz del mundo), y porque éste sea el último año.

Bueno, tal vez no alcance a pedir tantas cosas. Porque desde pequeña siempre he compartido la torta con mi hermana y así como yo, ella también tiene derecho a sus velitas y a sus deseos. Pediré porque se le cumplan a ella todos los deseos. Porque los míos no se cumplan y porque nadie se de cuenta.

Ese día cepillaré mi cabello y pintaré mis labios. Me sentaré en el sillón blanco del living room y haré que suene el teléfono. Serás tú. Y me invitarás a tomar un café. No sabrás que es mi día de cumpleaños y aún así me regalarás una flor de las amarillitas que venden en la esquina de la calle 53. Nos despediremos con un beso.

Y en casa, de nuevo, me miraré al espejo y retiraré el color rojo de los labios. Derramaré algunas lágrimas mientras te veo y me veo en el reflejo. Y murmuraré, en silencio, Que los vuelva a cumplir hasta el año sin fin...

Monday, April 02, 2007

Volver

Invadida por las ganas de soltar el lápiz y rayar la hoja a cuadros con fascinantes epitafios. Preguntaste hace poco ¿Quién es Sibila? Hoy Sibila es ésta y aquella y la otra. Es la que no tiene memoria y se mantiene con la de las películas rotas. Es la que sí tiene nombre. La que se mira en el espejo, tristeza, salsa, verguenza.

Sibila te mira en cada espejo, superficie y se esconde. Me encuentro en su mirada triste, incompleta, multicolor. Hoy tampoco se mueve. Y cuando su cuerpo deja escapar algún reflejo, derrama futiles lágrimas que recorren su cuerpo hasta caer por el dedo gordo del pie.

Es la que destila palabras tontas. Risas. Carcajadas. Silencio. Sibila tiene veinte años, pero ha vivido los de su mamá y su abuela. No ha visto el cielo, sin embargo.

Que aburrido buscar epitafios. Volver.

Sunday, April 01, 2007

Clásico de fútbol

No soy hincha de ningún equipo. No soy de las que grita y se pinta la cara cuando un hombre de lindas piernas mete un gol en una chancha de fútbol. Pero hoy, faltando un minuto para las seis de la tarde, estoy viendo un partido de fúbol desde mi casa. Y grite dos veces (bueno, tres) cuando el equipo contrario estuvo a punto de empatar. Bueno, está bien, dos o tres hijeputas se me salieron con un aura de misticismo y magia.

Recuerdo cuando fui por primera vez al Estadio. Tenía 19 años y fuí la única que quiso acompañar a mi papá; quien había ahorrado el dinero de la boleta dos semanas antes y, a escondidas, de mamá le había rezado dos rosarios a la Virgen antes de salir de casa; todo, para ver a su equipo del alma.

Y me senté con el en la tribuna, sin entender por qué el viejo, dos sillas atrás mío, mantuvo cerrado los ojos durante el partido; aferrado como un niño, a su radio viejo y gastado. Sólo abrió los ojos cuando terminó el juego, se echó la bendición y salió con cierta sonrisa infantil en el rostro. No entendía nada. Ni el fuera de lugar, ni el penalty, ni los madrazos al árbitro desde la tribuna. Pero, me divertí. Grité con papá en las dos únicas ocasiones de gol (lo siento pá, pero ambos sabíamos que ese no era el mejor día del equipo), saltamos y nos reímos de los corazones sobresaltados de los otros hinchas.

Hoy, desde mi casa, volví a prender el televisor. Sabía que estarías en el estadio y reservé mi lugar junto al tuyo, una vez encontré el canal y subí el volumen del tv. Sé que tus manos sudan en éstos momentos, como las mías. Después de todo, el partido de hoy es un clásico.

Gol. Mierda.