Quisiera decirte que soy feliz. Que me basta con tu sonrisa, con mis dos piernas, mis ojos y mi boca....con la leche tibia que me preparas al desayuno y el masaje tierno de tus manos en mi panza...
Con las sábanas frescas en la cama, con tu abrazo en las mañanas...Pero, no puedo. Cada sonrisa mía esconde dos o tres lágrimas, y muchas veces, prefiero no usar ni mis piernas, ni mis ojos ni mi boca...
Y me da mucha tristeza saber que tú no lo sabes...que todo está bien, que todo siempre va a estar bien. Y te sigo abrazando y tomando la leche tibia del desayuno, acariciando tus manos sobre mi...Pero, con el paso de los años me he quedado muda...ya no puedo hablarte. Tal vez, jamás pude. Muda y sorda. No me escucho. Y aunque en sueños siempre te veo gritándome, pegándome, jamás logro escucharte. Tampoco cuando quien grita soy yo...