Saturday, July 19, 2008

Lo de la galleta

Te escribo Adelaida, porque supongo que estás desocupada y sin ganas y la gente desocupada y sin ganas no pierde nada leyendo correos de desconocidos-descorazonados....Además, a mamá y papá no los veo en todo el día y son tan desconocidos y descorazonados como yo, que serían tantas las cosas por decirnos que terminaríamos sin escucharnos. En éstos días, más exactamente el miércoles, conocí a una galleta de chocolate gigante. Más alta que yo y mejor peinada. Era difícil entablar conversación con ella porque es de las que piensa que por ser de chocolate, nadie ve más allá de sus apariencias y por tanto, nadie la quiere por lo que es, sino por lo que representa (una sonrisa, un beso, un dolor de panza). En fin, me parece una galleta rara y no sé porqué en la tarde de ayer, como de improvisto, quiso contarme todas sus tristezas. Casi se derrite mientras lloraba. Me asusté tanto que mientras me contaba su historia tuve que ponerla en la nevera para evitar que muriera de tristeza. Se congeló la pobre a tal punto que cuando salió no volvió a hablarme. No podía. El frío había congelado totalmente sus ojitos de azucar y sus recuerdos dulces de tristeza.

Luego metí mi cabeza en la nevera a ver si tal vez mis ojos se congelaban y con ellos, mis recuerdos, mi vida. Conté hasta 1 millón (saltandome los números pares....) y no pasó nada. Tal vez no soy tan dulce como una galleta y por eso, me toma más tiempo el desmoronarme. Si, es eso...es una cuestión de tiempo. De paciencia. De espera. Por ejemplo, ahora estoy esperando y con ello, escribiendo, recordando, preguntando, ¿como es que ayer hablé con una galleta de chocolate y luego te escribí sobre ella y sus tristezas?

Contestáme si puedes Adelaida, por lo pronto me despido, me voy a dormir... a ver si tal vez, en uno de nuestros sueños nos vemos y me explicas tú lo de la galleta.

S.