Nunca he llevado un diario. No soporto repetirme cada evento del dìa en el papel (bueno, aunque èsto no es precisamente papel). Además siempre me pareciò esa una tarea de las chicas quinceañeras que escribían boludeces mezcladas con un poco de miedo. Y, bueno...tal vez y si soy "boluda" y jamàs superé el patético "cambio de zapatillas"...
Hoy no pasó nada. Y es una novedad en tanto me di cuenta de precisamente eso: que no pasó nada. Despertè con las estadìsticas del último atentado de la semana en la voz que salía del radio que mamá pone todos los dìas, "para despertarme". Ella jamás se sintiò capaz de interrumpirme el sueño (segùn ella). En el fondo creo que nunca se sintió capaz de besarme la frente y decirme buen día. Luego, una hora de meditaciòn en el baño, el tiempo exacto para que los humores de mi cuerpo se mezclaran màgicamente con el vapor del agua caliente. El desayuno que nunca es desayuno y "Chao nada".