Le compro las sonrisas a esas muchachas bonitas que esperan en la calle y abren las piernas al compás del pito de los carros. Se las cambio por la muñeca de vestido de seda que aún guardo debajo de mi almonada y que se llama Azucena. Le doy también mi cuerpo al mejor postor. Al que me de un beso. Al que me quiera. Se lo cambio por una historia rosa, por un chocolate con almendras. Entrego mis manos y mis ojos, para que con ellos alguien haga una marioneta. Y la llame "Sibila" y la haga bailar y cantar y reir. Cambio apetito por palidez con sabor a felicidad. Ofrezco éstas piernas viejas, que están como nuevas, sin estrenar. Ofrezco mis ilusiones, hay rosas, naranjas y amarillas y brillan en la oscuridad.
Pero, no llega nadie a reclamar nada. Silencio. Es mejor regresar.
P.d Arriba en el último cajón arriba del placard guardaré todo, tómalo cuando quieras, seguirá siendo tuyo.