Tuesday, February 05, 2008

Todo va a estar bien, adiós.

Ya me puse el saco negro que me queda grande. Ya empaqué el cepillo de dientes y las pantuflas en el morral. Pero, tengo miedo. Más cuando desde hace 1 año no salto desde algo más alto que un andén. Ya salté. El portero se volvió a quedar dormido y no me vio salir. La calle está desocupada. No se escuchan los pitos ni los madrasos que escuchábamos en la tarde. Hace frío. Si, voy a doblar por la 26 y luego hasta el puente. Está cerrada la puerta. ¿Será que golpeo? No, mejor por atrás. Tienes razón esa señora gorda no parece enfermera, sino campeona de Judo categoría Dan. No me vió, estaba viendo la novela de las ocho. Ya estoy llegando a tu habitación. Estoy entrando. Estás dormida. Envuelta en esa cobija gris tan fea. Te arropo con la roja que traigo en mi morral. Me quedo quieta, no quiero despertarte. ¿Lloraste? No, tú jamás habrías llorado. Después de todo te querías ir, desde hace unos días....Por eso, ni siquiera me viste a los ojos. No me abrazaste. Simulo darte un beso en la mejilla (porque sé que no te gustan) y abro, sin hacer ruido, la cortina que cubre la ventana. Perdóname, pero estaba todo demasiado oscuro. Ya debo irme. Habrán notado en casa mi ausencia. Y además hay que ser precabidos con el tráfico en los cielos de ésta ciudad, más aún cuando yo no me la paso volando todos los días, apenas estoy aprendiendo. Bueno, sí, en fin...ya me voy.

Todo va a estar bien. Adiós.