Así me lo imaginaba. No había contemplado ni el brillo en los ojos, ni el corazón que late como un condenado, ni la espera, la angustiosa espera...Pero en el fondo, en alguno de mis sueños (lo más profundos, esos que son como verdes con amarillo) me había soñado así...enajenada...Esclava...Torturada....Violada....Tal vez, me faltan años para no sentir ésta tristeza cuando pienso en mis sueños, o un par de tragos o qué se yo....En mis sueños ingenuos.... La ingenuidad tiene ese poder maldito (sí, maldito) de no pedir permiso, de no tocar la puerta y plantarte un beso en la boca que te quita cualquier tipo de virginidad. Y luego, se va sin despedirse, sin mirar hacia atrás y darse cuenta que ahí estás...sin fuerzas, sin ganas ya de nada, con el único deseo de cerrar los ojos y sumergirte en tus propias lágrimas y desaparecer....desaparecer mientras te acuerdas del dulce recuerdo que ahora son tus tristezas, tu ingenuidad empacada en papel de seda y marcada con crayones de todos los colores.
Ahora, lloro mientras desaparezco...Pero voy a estar bien....