Sunday, November 30, 2008
No pude terminar de leer la misma página 65 en la que había quedado exactamente hacía ocho días, cuando también era domingo...Ya se volvió rutina ver mis ojos rojos frente al espejo y tus manos desgastadas por el trabajo. Tu me odias en el fondo Adelaida y yo soy culpable de cada una de las arrugas de tus manos. De cada uno de los cortes en los brazos que crees logras disimular debajo del blanco blanco de las mangas largas de tus vestidos. Y me olvido de eso, desde el lunes hasta el viernes, cuando me sirves el almuerzo y me das la bendición antes de irme a dormir. Me olvido de que no me quieres y me despido con un beso cuando salgo en las mañanas...Me olvido de cuando te suplicaba desde tu vientre que no me trajeras al mundo, que nunca iba a querer a papá y mucho menos a mis hermanos. Que no te iba a querer a tí, porque todos los domingos me acordaría de lo mucho que me odías tu a mi...Ya faltan cuatro horas para que empiece el lunes. Contaré cien mil estrellas por cada hora que pase, así mientras me voy olvidando de que hoy fue domingo.