Ayer mataron a un hombre. Venía pensando en el jugo de arándano y las cuchillas de la licuadora, dando vueltas, una y otra vez. Venía pensando en los besos con sabor a limón de la mujer de media velada que cantaba en voz alta una canción triste. (No sé cómo se llamaba, pero sonaba a tristeza) Venía pensando...
¿Quién te mató? ¿Por qué estabas allí y te mezclaste en mi licuadora con los trozos de arándano y las dos (bueno, tres) cucharadas de azúcar? ¿Dónde estás ahora? ¿Sabrás ya el resto de secretos que guarda la mujer de media velada, ella que apenas te vio, pidió parar el bus, para "chismosear"? ¿Me los contarás?
¿Nos veremos pronto, desconocido?