¿Te acuerdas del vestido rosa? Siempre dije que no era mi preferido, pero a tí te encantaba ese color sobre mi cuerpo. Esperaste tanto por vérmelo puesto..Entonces, trenzo mi cabello, más largo, desde la última vez que me viste, y pinto de rosa mis labios, respiro profundo y ya no siento...
Empieza Interludio y te ofrezco la senda que me queda por andar...El mundo de miles de colores empieza a nublarse de tristeza...y el día, probablemente luminoso afuera, se torna aquí dentro, negro oscuro; azúl índigo, mejor...siempre me gustó más el azul.
La agonía de mi cuerpo se disfraza en conmoción por el primer viaje lejos, A tu profundo corazón...Me despido con los últimos minutos que da el reloj...Sentada, en la silla dónde me viste por última vez, cierro los ojos cansados por los años, no sin antes acomodarme el vestido rosa y apretar mis labios brillantes, rosados...arrugados.
La aguja del tocadiscos advierte un ruido que se apaga lento...Silencio.
Thursday, June 28, 2007
Despedida II
Hace rato te había olvidado...
Borré de mi memoria, las marcas en tu mano pidiéndome ayuda. Tu miedo.
Me distraje con el sonido de la avenida y las palabras. Me enamoré de la esperanza..y la inyecté en mis brazos todos los días...
Estaba tan lejos, que no volví a escucharte y lo permití...Te confieso que volví a tomar café y fui a cine dos veces.
Pero hoy recordé tu miedo. Mis manos, desde entonces, permanecen dormidas y frías...tan frías... Te pienso, te lloro, me hago daño.
Prometí no volver a dormir, mientras tú, en la lejanía, estás despierto. Prometí no volver a vivir, mientras tú hace cinco años estás muerto.
Perdóname.
Borré de mi memoria, las marcas en tu mano pidiéndome ayuda. Tu miedo.
Me distraje con el sonido de la avenida y las palabras. Me enamoré de la esperanza..y la inyecté en mis brazos todos los días...
Estaba tan lejos, que no volví a escucharte y lo permití...Te confieso que volví a tomar café y fui a cine dos veces.
Pero hoy recordé tu miedo. Mis manos, desde entonces, permanecen dormidas y frías...tan frías... Te pienso, te lloro, me hago daño.
Prometí no volver a dormir, mientras tú, en la lejanía, estás despierto. Prometí no volver a vivir, mientras tú hace cinco años estás muerto.
Perdóname.
Monday, June 25, 2007
Despedida I
Hace dos minutos dejé de hablar. No quiero volver a hacerlo. No quiero decirle nada a nadie. ¿Si dejo de hablar, me olvidarás? Olvídame. Quiero que me olvides. Cuando mi cuerpo se desvanezca lentamente, cansado de esperar, sintoniza una emisora o un canal de televisión. Habla con mis hermanas y pregúntales por sus historias de amor, por sus colores favoritos o sus novelas preferidas.
Yo no volveré a hablarte. Mi boca se entumecerá y olvidará el abecedario. Con el abecedario espero olvidarte a ti, olvidarme de mí. Mis ojos se concentrararán en el amarillo de la pared, que ya no será amarillo y habitarán en él. Mis manos se desprenderán para buscar el abrazo que por años esperaron...Mi memoria se perderá en recuerdos ajenos..
Antes de irme, te escribiré éstas palabras. Me despediré.
Yo no volveré a hablarte. Mi boca se entumecerá y olvidará el abecedario. Con el abecedario espero olvidarte a ti, olvidarme de mí. Mis ojos se concentrararán en el amarillo de la pared, que ya no será amarillo y habitarán en él. Mis manos se desprenderán para buscar el abrazo que por años esperaron...Mi memoria se perderá en recuerdos ajenos..
Antes de irme, te escribiré éstas palabras. Me despediré.
Wednesday, June 20, 2007
En-sueños
Papá no soporta el dolor. Pero le cuesta más resignarse a que sea mamá quien le ayude a ponerse las medias. Desde que se enfermó, se sienta en frente del televisor y, después de pedirme que le explique (en vano, él lo sabe) que le conecte el DVD, se dedica a escuchar música. En hojas de cuaderno escribe lo que oye. Cierra los ojos. Canta en silencio.
Mamá no quiere verlo enfermo y se despierta en la madrugada con la incertidumbre de saber si tendrá que ayudarle con las medias. Cuando está sola, busca fotos que le recuerden sus tiempos felices para mirarlas con nostalgia, con tristeza. Hace rato no se ríe. Se queda callada, pensando, tal vez, en esos días de labial rojo y pantalones botacampana.
Por la noche, papá se va a la cama sin pedirle ayuda a nadie. Mamá después de contemplarse frente al espejo, perdida en las marcas de su rostro, se acuesta a dormir. No se hablan. No se interrumpen el sueño con caricias, ni con suspiros involuntarios. Apenas los pies de mamá fríos buscan los de papá para calentarse. Así es todas las noches.
A la una de la mañana mamá despierta con la incertidumbre de todos los días. Papá, se toma su tiempo debajo de las sábanas, para contemplar los pies grandes y arrugados de mamá. Se levanta y le dice "Hoy, me pongo las medias yo mismo". Discuten. Pelean. Papá le recuerda a mamá sus arrugas y mamá su dificultad para ponerse las medias. Portazos. Lágrimas contenidas en bostezos disimulados, en groserías, en manotazos. Papá sale de la casa sin decir adiós. Mamá hace lo mismo.
En la noche, de regreso, se encuentran en la puerta de la casa. No se hablan. Se acuestan a dormir. Desde que tengo 10 años sueño que los pies de mamá, sonrojados, sortean todo tipo de obstáculos para acercarse y con palabras entrecortadas decirle a los pies de papá "Tengo frío".
Aún sigo soñando...
Mamá no quiere verlo enfermo y se despierta en la madrugada con la incertidumbre de saber si tendrá que ayudarle con las medias. Cuando está sola, busca fotos que le recuerden sus tiempos felices para mirarlas con nostalgia, con tristeza. Hace rato no se ríe. Se queda callada, pensando, tal vez, en esos días de labial rojo y pantalones botacampana.
Por la noche, papá se va a la cama sin pedirle ayuda a nadie. Mamá después de contemplarse frente al espejo, perdida en las marcas de su rostro, se acuesta a dormir. No se hablan. No se interrumpen el sueño con caricias, ni con suspiros involuntarios. Apenas los pies de mamá fríos buscan los de papá para calentarse. Así es todas las noches.
A la una de la mañana mamá despierta con la incertidumbre de todos los días. Papá, se toma su tiempo debajo de las sábanas, para contemplar los pies grandes y arrugados de mamá. Se levanta y le dice "Hoy, me pongo las medias yo mismo". Discuten. Pelean. Papá le recuerda a mamá sus arrugas y mamá su dificultad para ponerse las medias. Portazos. Lágrimas contenidas en bostezos disimulados, en groserías, en manotazos. Papá sale de la casa sin decir adiós. Mamá hace lo mismo.
En la noche, de regreso, se encuentran en la puerta de la casa. No se hablan. Se acuestan a dormir. Desde que tengo 10 años sueño que los pies de mamá, sonrojados, sortean todo tipo de obstáculos para acercarse y con palabras entrecortadas decirle a los pies de papá "Tengo frío".
Aún sigo soñando...
Saturday, June 16, 2007
Rojo
Abrí la palma de mis manos. Esperé la aguja con los ojos cerrados La sentí entrar. Me hablaste del color naranja y las rayas negras en la puerta. Entonces, cerré el puño y apreté fuerte. No dije nada, me pinté los labios y te esperé. Te fuiste. Me quedé dormida y soñé que pintaba mis labios con el rojo que emanaba a borbotones de mi brazo roto, perforado...Grité.
Contesté el teléfono. No dije nada. La aguja adentro se llevaba todo. Impotencia. Colgué. Volví a abrir la palma de mis manos y dolió doblar de nuevo el brazo.
Salí a la calle con la promesa de no volver en una semana, por los resultados. Nos encontramos de casualidad. De casualidad nos miramos. Me preguntaste por el profundo y espeso rojo de mis labios. Te besé.
Contesté el teléfono. No dije nada. La aguja adentro se llevaba todo. Impotencia. Colgué. Volví a abrir la palma de mis manos y dolió doblar de nuevo el brazo.
Salí a la calle con la promesa de no volver en una semana, por los resultados. Nos encontramos de casualidad. De casualidad nos miramos. Me preguntaste por el profundo y espeso rojo de mis labios. Te besé.
Sunday, June 10, 2007
Astigmatismo
Si cubro con mi mano derecha mi ojo izquierdo, te veo a tí mordiendo el cielo. Sentado. En silencio. Te veo rasguñar las ventanas con desespero, tomando café sin quedarte quieto. Te hieres, te culpas, me preguntas.
Si cubro con la misma mano mi ojo derecho, estás tu y estoy yo. Estamos en la mesa. Estoy llorando. Tengo puesto el vestido rosa de hace unos años y tu me estás tomando de la mano. Pero no tengo manos. Sonríes y me abrazas. Pero no tengo brazos. Entonces, me distraigo con el papelito de la basura que recién ha caído en el suelo. Decides salir a caminar sin tomarnos de las manos y sin abrazarnos. Me dentengo. Te espero.
Prefiero ver a través del ojo izquierdo. Prefiero que te culpes y que me preguntes. ¿O prefiero el ojo derecho y con él, el vestido rosa, tú, lo que queda de mi cuerpo?
Si cubro con la misma mano mi ojo derecho, estás tu y estoy yo. Estamos en la mesa. Estoy llorando. Tengo puesto el vestido rosa de hace unos años y tu me estás tomando de la mano. Pero no tengo manos. Sonríes y me abrazas. Pero no tengo brazos. Entonces, me distraigo con el papelito de la basura que recién ha caído en el suelo. Decides salir a caminar sin tomarnos de las manos y sin abrazarnos. Me dentengo. Te espero.
Prefiero ver a través del ojo izquierdo. Prefiero que te culpes y que me preguntes. ¿O prefiero el ojo derecho y con él, el vestido rosa, tú, lo que queda de mi cuerpo?
Tuesday, June 05, 2007
Día en Origami
Tengo las manos untadas de pegante. Doblo en cuatro pedazos el día y luego, con las tijeras que nunca aprendí a manejar en el jardín, corto el doblez que da por la mitad; sí, el que está señalado con línea punteada. Caen tres gotas de sangre.
El día está sucio. El pegante de mis dedos déjó rastro en las palabras de ellos, están grises. Sucios. Cada vez que me acerco a ti, mis dedos se pegan a tu cuerpo, se pegan para no separarse. Ya he lavado mis manos varias veces, pero el pegante no cae.
Doblo nuevamente el día en cuatro pedazos. La regla bañada en lágrimas de desesperación se resbala dos, tres veces de mis dedos pegachentos. El lapiz no traza camino alguno. Se cae al suelo. Se parte.
Mis manos sudan y el pegante empieza a caer. Ahora están grises también. No me pidas que te toque. No sé cómo hacerlo. No te quiero ensuciar. No, hasta que el sudor de mi cuerpo se lleve consigo cada marca, cada recuerdo, cada lágrima.
Ya voy. Espérame, tengo que poner el día de hoy en mi mesa de noche.
El día está sucio. El pegante de mis dedos déjó rastro en las palabras de ellos, están grises. Sucios. Cada vez que me acerco a ti, mis dedos se pegan a tu cuerpo, se pegan para no separarse. Ya he lavado mis manos varias veces, pero el pegante no cae.
Doblo nuevamente el día en cuatro pedazos. La regla bañada en lágrimas de desesperación se resbala dos, tres veces de mis dedos pegachentos. El lapiz no traza camino alguno. Se cae al suelo. Se parte.
Mis manos sudan y el pegante empieza a caer. Ahora están grises también. No me pidas que te toque. No sé cómo hacerlo. No te quiero ensuciar. No, hasta que el sudor de mi cuerpo se lleve consigo cada marca, cada recuerdo, cada lágrima.
Ya voy. Espérame, tengo que poner el día de hoy en mi mesa de noche.
Friday, June 01, 2007
Sin fecha
Lunes, martes, miércoles. Espero un poco más. Sin movimiento. En silencio. La avenida invade mi cuarto de ruido. Una ambulancia. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis carros. Velocidad. Lunes, martes, miércoles. Espero un poco más.
Lunes, lloro. Entre la almohada y las sábanas frías se sumergen mis lágrimas de nuevo en silencio.
Martes. Cierro los ojos para siempre. Me entrego a los sueños más parceros que la vida misma. Los cierro esperando no volver a abrirlos. Cuento hasta diez. Cuando llego a nueve, le estoy diciendo adiós a ellos. No me ven. Me despido.
Miércoles. Muerte. Y el túnel, claro, el túnel. Cinco años perdidos. Cinco años y un cuerpo arrugado, marcado. Adiós. Digo adiós nuevamente. Pienso, maldita sea, siempre pienso.
Lunes, martes y miércoles. El jueves me miro al espejo y veo llorar mis ojos. Mi boca hace una mueca exquisita. Extraña. Me gusta verme llorar. No aparto la mirada, mis ojos luchan por cerrarse, por evitar verguenzas. Mi nariz se sonroja mientras se desangra en orquídeas.
Viernes. Extrañamente me pierdo para siempre en el calendario.
Lunes, lloro. Entre la almohada y las sábanas frías se sumergen mis lágrimas de nuevo en silencio.
Martes. Cierro los ojos para siempre. Me entrego a los sueños más parceros que la vida misma. Los cierro esperando no volver a abrirlos. Cuento hasta diez. Cuando llego a nueve, le estoy diciendo adiós a ellos. No me ven. Me despido.
Miércoles. Muerte. Y el túnel, claro, el túnel. Cinco años perdidos. Cinco años y un cuerpo arrugado, marcado. Adiós. Digo adiós nuevamente. Pienso, maldita sea, siempre pienso.
Lunes, martes y miércoles. El jueves me miro al espejo y veo llorar mis ojos. Mi boca hace una mueca exquisita. Extraña. Me gusta verme llorar. No aparto la mirada, mis ojos luchan por cerrarse, por evitar verguenzas. Mi nariz se sonroja mientras se desangra en orquídeas.
Viernes. Extrañamente me pierdo para siempre en el calendario.
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