Wednesday, June 20, 2007

En-sueños

Papá no soporta el dolor. Pero le cuesta más resignarse a que sea mamá quien le ayude a ponerse las medias. Desde que se enfermó, se sienta en frente del televisor y, después de pedirme que le explique (en vano, él lo sabe) que le conecte el DVD, se dedica a escuchar música. En hojas de cuaderno escribe lo que oye. Cierra los ojos. Canta en silencio.

Mamá no quiere verlo enfermo y se despierta en la madrugada con la incertidumbre de saber si tendrá que ayudarle con las medias. Cuando está sola, busca fotos que le recuerden sus tiempos felices para mirarlas con nostalgia, con tristeza. Hace rato no se ríe. Se queda callada, pensando, tal vez, en esos días de labial rojo y pantalones botacampana.

Por la noche, papá se va a la cama sin pedirle ayuda a nadie. Mamá después de contemplarse frente al espejo, perdida en las marcas de su rostro, se acuesta a dormir. No se hablan. No se interrumpen el sueño con caricias, ni con suspiros involuntarios. Apenas los pies de mamá fríos buscan los de papá para calentarse. Así es todas las noches.

A la una de la mañana mamá despierta con la incertidumbre de todos los días. Papá, se toma su tiempo debajo de las sábanas, para contemplar los pies grandes y arrugados de mamá. Se levanta y le dice "Hoy, me pongo las medias yo mismo". Discuten. Pelean. Papá le recuerda a mamá sus arrugas y mamá su dificultad para ponerse las medias. Portazos. Lágrimas contenidas en bostezos disimulados, en groserías, en manotazos. Papá sale de la casa sin decir adiós. Mamá hace lo mismo.

En la noche, de regreso, se encuentran en la puerta de la casa. No se hablan. Se acuestan a dormir. Desde que tengo 10 años sueño que los pies de mamá, sonrojados, sortean todo tipo de obstáculos para acercarse y con palabras entrecortadas decirle a los pies de papá "Tengo frío".

Aún sigo soñando...