Me imagino que los nervios que siento hoy, los sentiré el día cuando te vea. No sé, supongo. Hoy siento que el corazón se me sale sin permiso del pecho y que mi respiración se esconde, incógnita, entre mis pensamientos. Por segundos, me siento tan poca cosa (sólo por segundos) y luego, me siento de nuevo, tan poca cosa (sólo por segundos), que me da miedo enfrentarme al mundo mañana. Enfrentarme a mí. Enfrentarte a vos.
Por minutos, me dan ganas de volver a estar en la escuela. Era todo tan fácil. Cuando tenía algún exámen dificil, iba a la capilla de color verde del colegio y le prometía a Dios portarme bien, rezarle a la virgen y al Espíritu Santo, sólo si Él me ayudaba a sacarme un 10 en geometría ( casi siempre, era geometría). Y funcionaba. Ahora le rezo a la almohada que no responde. A mi sexo y a mi cuerpo de varios días sin bañar. A la pared blanca. A vos.
Y no me siento tranquila. Igual sé que volver a la capilla verde ya no sería lo mismo. Empezando porque ya no debe ser verde. Estoy intranquila. Nerviosa. Neurotica. Tengo la incertidumbre de econtrarme con un gran genio de 79 años y de ver en sus ojos y en sus palabras las boludeces de una mujer de 20. Tengo miedo.